En primer lugar, el diálogo social tiene un carácter colectivo, por lo tanto, los actores de la relación laboral –empresa y trabajadores– concurren al diálogo social a través de representantes. Las relaciones de cooperación individuales (como el contrato de trabajo individual) quedan excluidas de este tipo de fenómenos.

Por otro lado, el tripartismo –donde concurren agentes del Estado– es considerado como una posibilidad más que una condición sin equa non. Esto es evidente cuando consideramos las relaciones laborales en una escala de local o a nivel de empresa, ya que la presencia de los agentes del Estado es esporádica y responde a eventos particulares como una mediación en medio de una negociación colectiva.

De acuerdo a lo anterior, esta dimensión pretende evaluar la representatividad de los trabajadores y empleador, además de su legitimidad como contraparte válida en la negociación. En ese sentido, las subdimensiones que se desprenden son relativas a cada uno de los actores presentes, es decir, representatividad de los trabajadores y representatividad de los empleadores. Más adelante se describe en detalle cada uno de ellos.


1) Representación de los trabajadores:

Se refiere a la representatividad de la organización de trabajadores y la componen las siguientes subdimensiones:

Cobertura o densidad sindical: que pretende medir el nivel de afiliación sindical.
Democracia sindical: refiere a la disposición de recursos, la eficiencia y estructura organizacional, así como la cohesión interna de la organización.
Formalidad de las organizaciones representativas: Se entiende que el diálogo social puede tener lugar no sólo con sindicatos, sino también con otro tipo de representación colectiva de los trabajadores. Se considera, por ejemplo, los grupos negociadores. Es en tal sentido que resulta es importante medir la estabilidad en el tiempo de la organización.
Articulación horizontal: Refiere a la articulación, el desarrollo de estrategias cooperativas o competitivas con otras organizaciones de trabajadores.


2) Representación empleador:

La contraparte empleadora también concurre al diálogo a través de representantes. Para evaluar el lugar que ocupa el diálogo social en la empresa es preciso evaluar el carácter de dicha representación. La componen las siguientes subdimensiones:

Jerarquía de la representación: Refiere al nivel jerárquico del representante de la empresa en el proceso de diálogo social, su centralidad en el organigrama de la empresa y sus atribuciones.
Políticas y procedimientos: Refiere a la existencia de políticas y metodologías de parte de la empresa para el desarrollo de procesos de diálogo social.
Profesionalización: Refiere al reconocimiento de un área de experticia en diálogo social, distinguible de otras disciplinas o formas de relación.